Todo lo bueno sucede a 37 °C

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La textura cremosa. El sabor suave. Los miles de millones de cultivos vivos de bacterias beneficiosas para el sistema digestivo. De no ser por nuestra innovación constante, Activia no sería tan único como es.

25 °C —un día soleado nos llevó a un descubrimiento amargo.

Lo más probable es que el primer yogur se descubriera por accidente alrededor del 10 000 AC, cuando un bol de leche cruda de algún animal se volvió amargo al estar expuesto al sol.

Mediante el proceso de fermentación natural, la leche se vuelve más sólida y aumenta en acidez, lo que evita que las bacterias dañinas se desarrollen.

43 °C —las cosas comienzan a caldearse… y a enfriarse.

El primer yogur moderno del mundo se desarrolló en las cocinas de Danone en 1919. Durante siglos, los yogures se habían fermentado a 43 °C y en condiciones de acidez. Estas condiciones están bien para algunos, pero no para nuestro bífidus, la bacteria diseñada para mantener tu equilibrio intestinal. Este probiótico vivo prospera a temperatura corporal, y, como nosotros, prefiere un yogur más frío y más suave en condiciones alcalinas. Por lo tanto, para conseguir mantenerlo, tuvimos que encontrar una forma más fría (y más sabrosa) de fermentar la leche.

37 °C —la temperatura corporal es la temperatura perfecta.

El primer yogur enriquecido con probióticos fue creado por Activia en 1986. Tras años de investigación, cambiamos los cultivos habituales para yogures por cuatro cepas especialmente seleccionadas que permiten que ocurra la fermentación a 37 °C y en un entorno menos ácido. Eran las condiciones perfectas para que nuestros probióticos pudieran prosperar y hacer de Activia un producto más cremoso, más suave y más beneficioso para tu salud intestinal.